Al cabo de los años del destierro volví a la casa de mi infancia y todavía me es ajeno su ámbito. Mis manos han tocado los árboles como quien acaricia a alguien que duerme y he repetido antiguos caminos como si recobrara un verso olvidado y vi al desparramarse la tarde la frágil luna nueva que se arrimó al ampato sombrío de la palmera de hojas altas, como a su nido el pájaro. ¡Qué caterva de cielos abarcará entre sus paredes el patio, cuánto heroico poniente militará en la hondura de la calle y cuánta quebradiza luna nueva infundirá al jardín su ternura, antes que vuelva a reconocerme la casa y de nuevo sea un hábito! Jorge Luis Borges Fervor de Buenos Aires 1923
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